A todos nos gustan las cosas nuevas. Romper las burbujitas de aire, abrir las cajas, el olorcito a nuevo. Es tan humano como respirar. Sin embargo, antes de lanzarte a construir centros tecnológicos como faraón con pirámide, sería conveniente que conocieras y trataras de evitar algunos de los errores más comunes:
Primer error: no sabes qué es un centro tecnológico
Si huele como un pato, anda como un pato y parece un pato, no le des más vueltas: es un pato.
Un centro tecnológico tiene dos grandes misiones en la vida: generar conocimiento aplicado y transferirlo al ecosistema. Investigación aplicada y desarrollo tecnológico. Puede hacer otro tipo de actividades, pero su actividad principal tiene que ser un mix entre estas dos. Organizar eventos y dar cursillos para usar mejor el powerpoint son dos actividades muy sanas, pero si son su actividad principal, definitivamente eso no es un centro tecnológico.
Segundo error: no tienes estrategia
Un centro tecnológico es un instrumento de despliegue e implantación de una estrategia. O dicho de otra forma: si no hay estrategia, no tiene sentido que haya un centro. Así que antes de que empieces a elegir el color de las paredes sería bueno que tuvieras muy claro para qué quieres este centro.
¿Qué te puede pasar si no tienes una estrategia y a pesar de todo te lanzas a la aventura de montarte un centro? Pues te van a pasar varias cosas: por ejemplo, que no vas a saber a qué retos tiene que dar respuesta el centro, y que cuando finalmente lo decidas, tampoco serás capaz de definir qué líneas de investigación son las más interesantes ni qué actividades necesitas desarrollar. Seguramente acabarás definiendo una pseudo-estrategia chapucera con cientos de entrevistas a empresas hechas a salto de mata para ver qué quieren y entonces tratarás de contentarlas y terminarás atragantándote con el “café para todas”. Hazme caso: primero estrategia, luego centro.
…o tu estrategia cambia más que un camaleón en una piscina de bolas
La estrategia de tu territorio tiene que ser lo bastante flexible como para poder adaptarse a los cambios del entorno y lo bastante estable como para que tus centros tecnológicos (y el resto de agentes) tengan tiempo de verlas venir. Cuando sepas qué quieres de los centros, díselo, ponles objetivos y dales tiempo para que puedan adaptarse. Entre otras cosas porque los cambios en nuestro mundo suelen ser caros: implican tener que comprar cosas tan exóticas como un microscopio HR-TEM que vale una riñonada y que será de mucha utilidad si mantienes tu apuesta por la nanotecnología pero que terminará convirtiéndose en el paragüero más caro del mundo si de repente te da por apostar por la enología. Las apuestas (y por ende los programas de investigación y las líneas de financiación) tienen que ser claras, conocidas y estables.
Tercer error: no tienes un ecosistema…
¿Recordáis la definición de centro del primer error? “Un centro tecnológico tiene dos grandes misiones en la vida: generar conocimiento aplicado y transferirlo al ecosistema” Si no tienes ecosistema, no tienes a quién transferir y tu centro se va a morir de inanición. Esto, que parece una perogrullada es uno de los errores más comunes. Hace varios años tuve una conversación muy divertida con un técnico que vino a visitarnos para poner en marcha un centro tecnológico:
- NOSOTROS: la idea es definir este centro de manera que sea ágil y operativo impulsando la competitividad de tus empresas de agro
- ÉL: no, pero si yo no tengo empresas de agro
- NOSOTROS: y exactamente ¿para qué quieres un centro tecnológico?
- ÉL: para que los agricultores se pongan de acuerdo y compren máquinas juntos
Moraleja: no te pongas a construir un centro si lo puedes resolver organizando una barbacoa.
…o tu ecosistema es hostil.
Si no puedes hacer investigación en las áreas A, B y C porque ya hay otro centro que lo está haciendo. Si no puedes investigar en las áreas X, Y y Z porque la universidad te va a sacar los ojos. Si no puedes hacer servicios en las áreas V y W porque las ingenierías y las consultoras van a ir en masa a la puerta de tu centro a partirte la cara por pisarles el mercado. Si no puedes, tal vez deberías plantearte que a lo mejor no necesitas un centro tecnológico, sino más coordinación y más elementos que hagan que la información fluya entre los agentes que ya están activos en el sistema.
Insisto: no te pongas a construir un centro si lo puedes resolver organizando una barbacoa.
Y por último, un consejo para los gestores públicos: si ya tienes centros tecnológicos, sé cariñoso con ellos. Son criaturas maravillosas que pueden hacer mucho por tu territorio, por tus empresas y por ti. Son casi la única oportunidad que tienes para que tus empresas vendan productos tecnológicos de esos que hacen que la gente pierda la cabeza y suelte trece mil euros por un miserable reloj de plástico. Y que se creen muchas empresas que vendan cosas indecentemente caras y tecnológicamente impresionantes. Y que alguien contrate en tu territorio a ese chico tan majo que tiene dos doctorados en ingeniería, que te ha costado varios miles de euros formar y que, de la que te descuides, se pilla un avión y se planta en cualquier otro lugar del mundo donde sí que existan centros tecnológicos donde pueda hacer I+D a gusto. Dale una pensada.