Ya os lo decía yo. O hacia donde va el País Vasco en su política de I+D.

Había una vez una orden religiosa cuyos monjes vivían en un monasterio perdido en las montañas donde se practicaba voto de silencio. La única ocasión que tenían de hablar era una vez cada cinco años en una cita muy breve con el superior de la orden en la que únicamente podían pronunciar dos palabras. El joven monje recién llegado, una vez pasados sus primeros cinco años se postró delante del superior y dijo:

          Comida asquerosa
Cinco años después volvió a repetirse la misma escena:

          Habitación congelada
Otros cinco años más tarde:

          Monjes estúpidos
Y otros cinco más:

          Me voy
     Menos mal, hijo, – contestó el Superior – porque desde que estás aquí, no has hecho más que quejarte.
 
Quejarse está en la naturaleza humana. Es mucho más fácil quejarse que asumir responsabilidades y actuar para cambiar las cosas. Me viene esta anécdota a la cabeza después de un par de meses en las que el sistema de innovación vasco está recibiendo por todos los sitios. Primero fue el Índice Regional de Innovación, ahora la encuesta de I+D del Eustat. Y en breve la del INE, que históricamente siempre es más benévola con Euskadi, aunque sospecho que esta vez ni ella podrá salvarnos.
 
El Índice Regional de Innovación nos enseña una foto de la CAPV en la que hemos perdido pie en casi todos los indicadores incluyendo nuestro indicador estrella tradicional, la población con educación superior, y con caídas estrepitosas como el porcentaje de ventas procedentes de innovaciones o el gasto público en I+D. Pero también baja el gasto empresarial en I+D, las PYMEs innovadoras de todos los tipos (estamos por debajo de la UE28 en todos los indicadores relacionados con pymes innovadoras y empresas de alto crecimiento), las patentes solicitadas o el empleo de alta intensidad tecnológica, este último especialmente relevante por la enorme importancia que tiene para el impulso de estrategias tan relevantes para Euskadi como la de la manufactura avanzada.
 
De hecho, en este sentido, estamos por debajo de la media europea no sólo en este indicador de empleo altamente cualificado sino también en exportaciones de productos y servicios de alto nivel y, desde luego, en ingresos procedentes de licencias y patentes, lo que es especialmente preocupante teniendo en cuenta que somos un país eminentemente industrial, que no disponemos de recursos naturales y que ambicionamos una posición referente en la industria 4.0 en el mundo. Incluso en algunos indicadores en los que Euskadi aún está por encima de la media, como las PYMEs con innovación interna, estamos perdiendo posiciones frente a años anteriores.
 
Y para los que piensan que es un traspié coyuntural, más datos: la industria de nivel tecnológico alto representaba en 2008 el 3% del total de la industria; en 2014 esta cifra apenas llega al 5%. Y en términos de productividad en el caso de la industria manufacturera, tenemos una clara evolución descendente desde 2008 que hasta los últimos datos publicados, no ha remontado.
 
Tampoco el gráfico que nos ofrecía Eustat el viernes sobre gasto en I+D parece muy coyuntural. Con los años no sólo ha bajado el nivel de gasto en I+D, es que ha bajado el compromiso de las empresas que ejecutan la I+D y desde luego el gasto que financian. Una base empresarial formada por empresas de pequeño tamaño (la falta de empresas tractoras es una debilidad característica en la CAPV), que cada vez gastan con más cuidado y que están abandonando la innovación tecnológica y la no tecnológica, es una amenaza para la continuidad de todo el sistema de ciencia y tecnología. Sin una demanda sofisticada, la oferta tecnológica y científica tiene poco o nada que hacer.
 
Podemos abrir la boca y echarle la culpa a alguien (al gobierno, a los centros tecnológicos, a las empresas, a la universidad), podemos poner una media sonrisa de suficiencia irónica y quedarnos en una esquina cabeceando un “ya os lo decía yo”, podemos hacer la del avestruz y fingir que estamos siendo más productivos con menos recursos, o podemos analizar las causas, remangarnos y poner manos a la obra a ver cómo podemos ayudar a darle la vuelta a la situación desde donde estamos cada uno.  
 
Pero esto, sólo, no se arregla. Así que nosotros veremos… 

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